Las aguas del Guadalquivir que bañan el Real Jardín Botánico de Córdoba transforman sus más de siete hectáreas de extensión en un lugar paradisíaco donde podemos evadirnos del tumulto de la ciudad y disfrutar de espectacular vegetación que nos rodea. Al placer para los sentidos que suponen espacios como la rosaleda o el arboretum, un jardín compuesto por más de 200 especies procedentes de todo el planeta, se le une la posibilidad de ampliar nuestros conocimientos sobre el mundo vegetal. Así, mientras en el Museo de Etnobotánica podremos aprender sobre la relación casi umbilical que ha existido entre las culturas tradicionales y la naturaleza; el Museo de Paleobotánica, emplazado en un antiguo molino hidráulico, el Molino de la Alegría,  repasa la evolución cronológica del mundo vegetal mediante una colección de flora fósil única en España. Además, en el jardín tacto olfativo accesible para personas con discapacidad visual podremos aprender a identificar plantas por el tacto o el olfato.

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