Córdoba | Patrimonio de la Humanidad

Una ciudad para viajar en el tiempo

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Envejecer es como escalar una gran montaña; mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena.
 (Ingmar Bergman, cineasta)   

Plaza de Capuchinos

Plaza de Capuchinos

La Plaza de Capuchinos constituye un auténtico oasis de tranquilidad y blancura en pleno corazón de Córdoba. No en vano, el poeta Ricardo Molina la definió como "un rectángulo de cal y de cielo". Lo cierto es que hay algo en la sencillez y geometría de su arquitectura que embriaga nuestros sentidos; como ya aseguraba el arquitecto Rafael de la Hoz cuando decía que "jamás en arquitectura se ha dicho más con menos".

Recorriendo el espacio empedrado que se articula entre la iglesia de los Dolores y el Convento de los Capuchinos, que fue erigido en el siglo XVII y que dio origen y nombre a la plaza, podemos alcanzar a comprender estas afirmaciones en toda su intensidad. Quizás en la mística que envuelve el lugar tenga mucho que ver el Cristo de los Faroles que lo preside. La importancia de esta estatua, especialmente hermosa al anochecer cuando ocho faroles la iluminan, es tal que ha inspirado desde coplas hasta películas de cine, como el filme homónimo de Antonio Molina, que representa una historia de amor enmarcada en esta plaza.

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